Juanito Sansón quiere ser campeón de culturismo. A fin de conseguirlo, se pasa el día en el gimnasio, levantando pesas, estirando correas, haciendo flexiones y abdominales, saltando a la comba y haciendo todo tipo de ejercicios. Mirándose de reojo en el espejo los pectorales y los bíceps, resoplando y sudando. A menudo bebiendo bebidas energéticas, y engullendo cucharadas de los bidones de concentrados proteicos, para aumentar la musculatura y realzar la figura.
Después de miles de quilos de piensos de concentrados proteicos y de miles de sesiones de gimnasio, Juanito Sansón al final consigue lo que quería: ya es el campeón de culturismo de la nación.
Mientras, en el vertedero de la misma ciudad, niños enclenques y hambrientos buscan botes de proteínas concentradas como los de Juanito Sansón, por si dentro de alguno ha quedado algún resto.
Juanito Sansón se entera de la historia de los niños de los vertederos, y se enternece y se solidariza con ellos. A partir de entonces, engulle muchos más botes de piensos proteicos, confiando en que así, al consumir más botes, con un poco de suerte, serán mayores las probabilidades de que, dentro de alguno, algún niño enclenque y hambriento encuentre algún resto.
Juanito Sansón, reciente campeón, concede entrevistas. Y sea lo que sea lo que le pregunten, él siempre aprovecha para hablar de los niños de los vertederos:
-¡Hagan como yo, consuman más, generen más basura! ¡Porque, en caso contrario, los pobres niños de los vertederos se nos van a morir!
Y mucha gente, conmovida, mentalizada gracias al testimonio de Juanito Sansón, sigue su ejemplo.