10 mayo 2021

Había una vez un cuento

 

Había una vez un cuento tan diminuto que había que leerlo con un microscopio.

Había una vez un cuento tan largo que había que escucharlo estirada en el sofá y durmiendo.

Había una vez un cuento tan triste que era mejor no contarlo.

Había una vez un cuento tan tonto que de tan tonto te partías de risa.

Había una vez un cuento tan poco duradero que había que inventarlo cada vez.

Había una vez un cuento mandinga que sólo lo entendían los mandingas.

Había una vez un cuento siberiano que había que escucharlo con un abrigo de piel de oso, manoplas y gorro de piel de castor.

Había una vez un cuento. Por suerte. Porque el problema sería si un día no hubiera ningún cuento.