Me llamo Araceli

Me llamo Araceli Pancorbo. No suelo hablar de mi misma (me da vergüenza), de modo que esto es una excepción. A ver si lo hago bien.

Como es habitual, nací pequeñita, y desde bastante pequeña, a partir de cuando pude, siempre leí mucho. Primero cuentos, luego cuentos más largos, luego novelas. Siempre en grandes cantidades. Más que leer, devoraba. Más tarde, al empezar a interesarme la filosofía y otras cosas, introduje otras lecturas, ensayos, libros de historia, biografías... vaya, que fui ampliando las curiosidades. Eso sí, sin olvidar nunca las novelas.

Después de unos años estupendos en la universidad, me licencié en filosofía. Tenía claro que quería dedicarme a la enseñanza, y hacia allí me encaminé. Desde que me licencié, trabajé siempre en la enseñanza, en escuelas privadas o concertadas. En general en ambientes de trabajo satisfactorios (en ocasiones muy estimulantes... y en alguna otra ocasión, también hay que decirlo, con algunos episodios o compañías decepcionantes).

De los centenares de alumnos y alumnas que he tenido, he procurado siempre aprender algo, y en ocasiones ese algo ha sido mucho. Siempre he pensado que aprender de ellos y ellas era la mejor forma de luego poderles enseñar. ¿Enseñar qué? Pues a vivir, ya que para esto debe o debería servir la filosofía (si no, menuda pérdida de tiempo).

Un año tras otro, un curso tras otro, el 2015 me jubilé. La verdad es que ya me apetecía. Con la jubilación tenía más tiempo, y por lo tanto más espacio para otras ocupaciones. Una de ellas era escribir; hasta entonces, en general sólo había escrito textos bastante formales (la mayoría, relacionados con el trabajo cotidiano docente). De modo que pensé que con la jubilación quizás había llegado el momento de escribir con algo más de libertad.

Los "pulgacuentos" nacieron así, recién jubilada, como un entretenimiento, como una diversión, como una liberación. No obstante, en realidad no son tan distintos de lo que escribía antes, sino más de lo mismo, sólo que vestido con otro traje, con otro decorado, con otra música. Todo un poco más desenfadado.

En fin, he dicho que sería breve (y quizás ya me he excedido), de modo que lo dejo aquí.

Un abrazo,
Araceli