22 mayo 2019

Klaus Von Kilian Hofhenbauer

Un día Klaus Von Kilian Hofhenbauer se enteró de que un lejano antepasado suyo, un retatatarabuelo, o todavía más lejano, probablemente había sido judío.

Como ferviente nacionalsocialista, cuando se enteró se quedó desagradablemente sorprendido y confuso. Y pensó: ahora que lo sabía, ¿cuál era su deber? Como convencido nacionalsocialista y fiel seguidor de la política racial alemana del III Reich, ¿qué debía hacer? ¿Debía llevar a las cámaras de gas a sus hijos, a causa de su impureza, y luego suicidarse él? Estas cosas iba cavilando Klaus Von Kilian Hofhenbauer. 

Al verlo tan preocupado, su mujer le preguntó qué le ocurría, y él le contó la verdad. Compungido, le contó lo que había averiguado sobre su antepasado, y los pensamientos funestos que desde entonces albergaba.

Su mujer se quedó pensativa; llevaban treinta años casados, habían tenido tres hijos y tres hijas... y la posibilidad de tantas muertes la horripilaba. Estuvo pensando y pensando y, al final, le dijo que, en lugar de tantas muertes (las mujeres suelen ser menos estúpidas que los hombres), quizá había una alternativa mejor: en lugar de seguir cavilando tantas tonterías y programando infanticidios y suícidios, quizá era mejor cambiar de forma de pensar. O al menos intentarlo.

Su marido, Klaus Von Kilian Hofhenbauer, se quedó pensativo. Le daba vueltas y más vueltas a este pensamiento: ¿Qué es más difícil, cambiar de forma de pensar, o asesinar a tus propios hijos y luego suicidarte?

Lo que no sabemos es como termina esta historia, porque la información que nos ha llegado sobre Klaus y su familia no incluye el desenlace final.

17 mayo 2019

La otra Bella Durmiente

Cuando el Príncipe descubrió a la Bella Durmiente, profundamente dormida y resplandeciente de hermosura en aquella habitación encantada, se quedó maravillado, anonadado. 

Emocionado, se acercó a la Bella Durmiente, sumida en un profundísimo sueño a causa de un antiguo hechizo. Cauteloso, tembloroso, le dio un beso en la frente. Y entonces la Bella Durmiente se despertó.

Ambos se miraron y, al instante, quedaron prendidamente enamorados.  

El Príncipe subió a la grupa de su caballo blanco a la Bella Durmiente, entonces ya la Bella Despierta, y emprendieron el camino hacia la casa del Príncipe, el hijo de los Reyes de Baviera.

Cuando llegaron al palacio de los Reyes de Baviera, el Rey y la Reina se alegraron muchísimo del regreso del Príncipe, tan bien acompañado por la Bella Despierta. Se fueron al salón principal del palacio, y empezaron a hacer planes para la boda del Príncipe y la Bella Despierta. Mientras hacían los planes, la Reina de Baviera le preguntó a la Bella Despierta por su familia, por su abolengo.

La Bella Despierta le explico a la Reina de Baviera quienes eran sus padres, quienes eran sus abuelos, quienes eran sus bisabuelos, gente muy cultivada. Y le dijo, como ejemplo, que su bisabuelo había sido David Bensolá, el insigne músico, el mejor violinista de todos los tiempos.

La Reina de Baviera palideció. Se quedó callada. Entonces se levantó, estiró de la manga al Rey de Baviera hacia un rincón de la sala, y cuchicheó con él. Luego hicieron signos al Príncipe, el cual, sorprendido, se acercó a ellos. Y luego de más cuchicheos, el Príncipe también palideció. Estaban los tres lívidos. 

Entre los cuchicheos, de vez en cuando se oía las palabras "judío", "judía", acompañadas de ceños fruncidos.

Al cabo de poco, el Rey de Baviera sacó de su bolsillo el teléfono móvil real, y muy serio, hizo una llamada. Pasó otro rato, largo, incómodo, durante el cual el Rey, la Reina y el Príncipe decían algunas banalidades, mientras la Bella Despierta estaba intrigada, porque nadie le daba ninguna explicación y no entendía lo que ocurría.

Lo que ocurrió entonces fue que se abrieron las puertas del salón real. Y entraron cuatro Ese Ese, con las botas enlustradas, pisando fuerte, las gorras caladas, los cuellos alzados, las pistolas en el cinto, las metralletas en bandolera, con miradas de lobos feroces.

Entraron, y los Ese Ese, con sus caras de Lobos Feroces, y cogieron a la Bella Despierta, y luego dieron media vuelta y se la llevaron, mientras ella lloraba, porque seguía sin entender nada... o porque lo empezaba a entender, y por esto estaba aterrorizada.

Mientras se la llevaban, el Príncipe, el Rey y la Reina estaban de espaldas, mirando por la ventana. Y la Reina le decía al Príncipe que no se preocupara, que ya vería como encontraría otra Bella Durmiente, todavía más hermosa, y con la sangre más pura, cien por cien aria.

01 mayo 2019

El ratoncito y el elefante. Segunda parte

Después de que un ratoncito pequeñito fuera juzgado y condenado a cadena perpetua (y en celda de aislamiento) por haber mordido la pata de un elefante gigante de piel acorazada, una periodista independiente, extrañada con la extraña sentencia, decide llevar a cabo una investigación por su cuenta. Esto es lo que finalmente la periodista descubre.

Resulta que el día de los presuntos hechos, en un claro del bosque el elefante gigante estaba manoseando una elefantita menor de edad (además del ratoncito condenado, en el claro del bosque había también otros ratoncitos, que vieron lo que ocurría, pero no fueron admitidos como testigos en el juicio).

Mientras el elefante gigante estaba en plena faena del manoseo de la elefantita, que de tan espantada era incapaz de decir nada, de golpe, el elefante gigante vio al ratoncito en el otro extremo del claro del bosque (el ratoncito había ido a comer bellotas). El elefante gigante se dio cuenta de que el ratoncito había visto sus manoseos, y claro, se sobresaltó. Y luego se irritó, y luego se enfureció. Enfurecido, primero pensó eliminar el ratoncito de un pisotón, pero cuando llegó a la otra punta del claro el ratoncito, naturalmente, ya había huido, y el elefante no consiguió localizarlo,

Espantado al pensar en lo que le podría pasar, sin dudarlo ni un instante, el elefante gigante (manoseador de elefantitas) se fue a la comisaría, y denunció al ratoncito, de lo primero que se le ocurrió. Porque ya lo dice el refrán, "Quién golpea primero golpea más fuerte", sobre todo si quién golpea es un elefante gigante importante, y a quién golpea es un ratoncito pequeñito, sin dientes y viejecito.

De momento, la periodista que de forma profesional y solvente ha llevado a cabo el trabajo de investigación, ha sido denunciada por el bufete de abogados que ha contratado el elefante gigante: acusan a la periodista de difamación, y de atentado al honor del elefante gigante.