01 mayo 2019

El ratoncito y el elefante. Segunda parte

Después de que un ratoncito pequeñito fuera juzgado y condenado a cadena perpetua (y en celda de aislamiento) por haber mordido la pata de un elefante gigante de piel acorazada, una periodista independiente, extrañada con la extraña sentencia, decide llevar a cabo una investigación por su cuenta. Esto es lo que finalmente la periodista descubre.

Resulta que el día de los presuntos hechos, en un claro del bosque el elefante gigante estaba manoseando una elefantita menor de edad (además del ratoncito condenado, en el claro del bosque había también otros ratoncitos, que vieron lo que ocurría, pero no fueron admitidos como testigos en el juicio).

Mientras el elefante gigante estaba en plena faena del manoseo de la elefantita, que de tan espantada era incapaz de decir nada, de golpe, el elefante gigante vio al ratoncito en el otro extremo del claro del bosque (el ratoncito había ido a comer bellotas). El elefante gigante se dio cuenta de que el ratoncito había visto sus manoseos, y claro, se sobresaltó. Y luego se irritó, y luego se enfureció. Enfurecido, primero pensó eliminar el ratoncito de un pisotón, pero cuando llegó a la otra punta del claro el ratoncito, naturalmente, ya había huido, y el elefante no consiguió localizarlo,

Espantado al pensar en lo que le podría pasar, sin dudarlo ni un instante, el elefante gigante (manoseador de elefantitas) se fue a la comisaría, y denunció al ratoncito, de lo primero que se le ocurrió. Porque ya lo dice el refrán, "Quién golpea primero golpea más fuerte", sobre todo si quién golpea es un elefante gigante importante, y a quién golpea es un ratoncito pequeñito, sin dientes y viejecito.

De momento, la periodista que de forma profesional y solvente ha llevado a cabo el trabajo de investigación, ha sido denunciada por el bufete de abogados que ha contratado el elefante gigante: acusan a la periodista de difamación, y de atentado al honor del elefante gigante.