18 diciembre 2017

Los incendios

Los derechos son como las plantas.

Primero hay que sembrarlos, luego regarlos, cuidarlos, para que vayan creciendo. Y cuando florecen, entonces hay que recoger las semillas, y volver a plantarlas. Para que, poco a poco, los derechos se vayan extendiendo, formando campos, formando jardines, formando alamedas, formando bosques.

También hay que vigilar, para que nadie los pise. O peor, que un pirómano los queme. ¡Ay los pirómanos! En ocasiones provocan grandes incendios, terribles, y todo se quema, todo se convierte en cenizas. Y sólo quedan ganas de llorar.

A pesar de la tristeza, nunca hay que abandonar, nunca hay que darse por vencidos: cuanto más desbastador haya sido el incendio, la catástrofe, el desastre, más necesario es volver a empezar. Volver a sembrar, volver a regar, volver a cuidar, con tesón, con cariño, con perseverancia. Tantas veces como haga falta. Siempre.

Como las plantas de las macetas de nuestra ventana o de nuestro jardín.

12 diciembre 2017

Dios y las pulgas



La pulga se quejaba a Dios:
¿Por qué me maldicen a mí,
si tú me creaste así?
Y Dios le dijo a la pulga que,
para entender el misterio,
debería ir al seminario.
Que estudiando teología
quizás lo entendería.
En estas, a la pulga preguntona
se la comió una mariquita.
(las mariquitas, por si acaso,
nunca hacen preguntas a Dios)


(*) Dibujo de Marjane Satrapi, manipulado.

11 noviembre 2017

El portero y Segismunda

Después de una vida de miseria, explotación, malos tratos y abusos de todo tipo, el alma de Segismunda subió esperanzada al cielo. Pero San Pedro miró su registro de vidas, y meneó la cabeza. Dijo que no la podía dejar entrar, porque cuando fue violada a los trece años, abortó. Y lo que es peor, luego no se confesó de haber abortado. ¡Estaba en pecado mortal! ¡En pecado mortal era imposible entrar en el Cielo!

El alma de Segismunda palideció. Ahora, ¿qué la esperaba? ¿El fuego eterno del Infierno, después del fuego horrendo de su vida terrena? 

Su alma, llena de dolor, ya no lo pudo soportarlo más, y estalló en mil, un millón de pedazos. Con el estallido, el alma murió definitivamente, desintegrada. Ya no quedó nada de nada de Segismunda.

Y así, por fin, ante las puertas del Cielo, fulminada por las palabras de San Pedro, Segismunda pudo dejar de sufrir. Para siempre.

26 octubre 2017

Margarita y Miguelito


La niña Margarita
ha dicho en la escuela
que si estudiar es un derecho
copiar en los exámenes también.
Y la maestra le ha dicho
que escriba en su cuaderno
que si copiar es un derecho
suspender también.
El niño Miguelito
ha dicho en la escuela
que si aprender es un derecho
la pereza también.
Y el maestro lo ha mirado
y le ha dicho a Miguelito
que si la pereza es un derecho,
ser tonto también.
Y entre el derecho a copiar
y el derecho a ser tontos,
poquito a poco,
la niña Margarita
y el niño Miguelito
han ido aprendiendo que,
en la tienda de los derechos,
todos van de la mano
con algunos deberes.

07 octubre 2017

El cuento pequeñito


Era un cuento tan pequeñito, tan pequeñito, tan pequeñito, que sólo contenía un deseo: 
"Por favor, respeten los derechos humanos".