30 septiembre 2020

Los tres lobitos

Los tres lobitos vivían contentos y felices en una humilde casita de hojas de palmera.

Un día vino el casero, el cerdo severo, y les dijo que como el coste de la vida aumentaba y todo subía, no tenía más remedio que subirles también el alquiler.

Como los tres lobitos tenían poco dinero, se fueron a un cajero.

Pero vino otro cerdo, hermano del cerdo severo, y les dijo que a causa de la gran demanda, en el cajero también había que pagar alquiler.

Entonces, contrariados, tristes, los tres lobitos se fueron debajo de un puente, junto a una cloaca, cerca del vertedero, un sitio maloliente, pensando que allí al menos nadie les molestaría.

Pero hasta allí también llegó un cerdo primo del cerdo severo. Y les dijo que por dormir bajo el puente, a causa de la gran demanda de plazas bajo los puentes, también había que pagar alquiler.

Fue entonces cuando a los tres lobitos, cansados, muy cansados, cansadísimos, hartos, muy hartos, hartísimos, se les acabó la paciencia. Y se comieron al cerdo severo, y a su hermano, y a su primo. Se los comieron con patatas, cebollas, ajo y perejil. Y a partir de entonces los tres lobitos vivieron tranquilos y contentos.

23 septiembre 2020

Fulgencio Sánchez

Fulgencio Sánchez estaba muy grave, muy malito: se estaba ya muriendo. Era muy mayor y tenía una larga colección de achaques y enfermedades. Entre otras, una demencia muy avanzada. Estaba ingresado en una UCI, lleno de tubos, de viales, masivamente medicado y rodeado de montones de monitores con gráficas y números, para vigilar sus constantes vitales: el equipo médico que le atendía no quería tirar la toalla, se había propuesto, costara lo que costara, conservarle la vida. Claro, para esto están los médicos, para conservar las vidas. Y consiguieron su objetivo: de momento, Fulgencio Sánchez no murió, de modo que pudo proseguir su doloroso y demente deterioro.

Fue así como Fulgencio Sánchez finalmente pudo conseguir aquello que había indicado que era su deseo, tal como había consignado, con absoluta claridad, en su Testamento Vital o Documento de Voluntades Anticipadas: que cuando su deterioro físico y mental ya fuera severo, le aplicaran la eutanasia.

Se desconoce si el encargado de llevarla a cabo fue alguno de los médicos de la UCI que le sometió al encarnizamiento terapéutico por el que poco antes había pasado.

17 septiembre 2020

Las mujeres y los hombres

Las mujeres y las perdices 
son femeninas.
Los hombres y los estorninos
son masculinos.
Luego hay las personas, femeninas,
y los seres humanos, masculinos.
Y también:
la carne, los muslos,
la sangre, los huesos,
la boca, los ojos,
la barriga, el culo...
La ceniza, el polvo
(esto, al final de todo).
En definitiva,
que después de tanto "la" o "el",
sólo esto,
polvo, ceniza, nada.