En un lugar de una mancha del mapa, hace muchos años, un grupo de personas decidió crear una organización dedicada a la defensa de los derechos humanos de las personas humanas, porque ocurría que, una parte de aquellos derechos, en lugar de derechos, muchas veces estaban bastante torcidos.
Una vez creada la organización, aprobados los estatutos e iniciadas las labores de investigación propias de la nueva entidad, entonces empezaron los debates acerca de la tipografía más adecuada para presentar los informes elaborados sobre el estado mundial de los derechos humanos torcidos, golpeados, mancillados y pisoteados.
No se ponían de acuerdo:
-En todos nuestros documentos hemos de usar siempre la tipografía Arial.
-¡No, mejor la Times!
-¡Ni la una ni la otra, la Palatino!
-¿La Palatino? No, mejor la Comic Sans.
-¡Franklin!
-¡Ghotic!
-¡Impact!
-¡Mongolian!
Y mientras dedicaban el tiempo a discutir apasionadamente sobre tipografías, los derechos torcidos seguían torcidos.