Hipatia habló:
- Mujeres, hasta ahora hemos sido obedientes, sumisas, pacíficas, y el resultado ya lo sabéis: siempre nos han utilizado, esclavizado, menospreciado, pegado y, en ocasiones, torturado y asesinado. No lo hemos de tolerar más: a partir de ahora, si los hombres nos atacan, nos defenderemos. Y si vienen armados, armadas les combatiremos. Porque si nos han de matar, es mejor morir defendiéndonos, y no como ovejas asustadas. No nos gusta la violencia, no la queremos, en absoluto, pero si nos obligan a ella, la utilizaremos. ¡Se acabaron las pasividades y las inmolaciones!
Sonó un disparo. Hipatia se desplomó. Una bala, disparada por uno de los francotiradores apostados alrededor de la plaza donde Hipatia había congregado a las mujeres, le había atravesado la cabeza.
En el Senado, cuando oyeron el disparo, los senadores respiraron aliviados.