Era un país en el que estaban permitidas las peleas de gallos. Entonces, los propietarios de perros de pelea, dijeron: "Si los gallos pueden matarse a picotazos, queremos que nuestros perros también puedan matarse a mordiscos". Y los propietarios de perros de pelea fueron escuchados: se modificaron las leyes y, a partir de entonces, las peleas de perros también estuvieron permitidas.
Entonces, los promotores de boxeo, al ver que los gallos podían matarse a picotazos, y los perros a mordiscos, reclamaron que los boxeadores pudieran volver a matarse a puñetazos, para no ser menos que los gallos y los perros. Y el gobierno pensó que la petición era razonable, y se volvió a permitir el boxeo. Y los hombres (e incluso algunas mujeres), a partir de entonces, pudieron dedicarse de nuevo al deporte de agredirse, pegarse, herirse y, en ocasiones, incluso matarse.
Entonces los propietarios de armas dijeron: "Si los perros pueden matarse a mordiscos, los gallos a picotazos y los hombres desarmados a puñetazos, ¿por qué no podemos matarnos nosotros a balazos?" Y las matanzas a balazos también fueron permitidas, con la finalidad de que nadie se sintiera discriminado.
Y así, poquito a poco, se fueron introduciendo nuevos derechos en aquel país antes tan falto de libertades.