Señor,
no seas tan duro, severo, distante,
mis niños no son malos, y yo tampoco.
Y estamos a punto de morir de hambre.
en lugar de paciencia y resignación,
danos un poco de arroz y alubias,
porque mis niños se mueren,
y yo también: hace días que no comemos.
apiádate de nuestra hambre,
haz otra vez el milagro de los panes y los peces,
aquí y ahora, por favor,
porque sin nada para comer,
nos morimos de tristeza y desnutrición.
nos diste una boca, y un estómago,
¿ya no te acuerdas?
¿Estás ahí?