Había una vez siete cerditos, quince enanitos y tres mil dálmatas que comieron perdices intoxicadas con pienso basura. Y a causa de ello, murieron muy infelices, con los ojos desorbitados y después de dolorosos retortijones, diarreas imparables y vómitos pestilentes.
Lo cierto es que habrían podido sobrevivir, pero eran cerditos pobres, perritos pobres, enanitos pobres. Y como eran tan pobres, no se pudieron comprar los medicamentos que los habrían curado, porque eran muy caros.
Los laboratorios farmacéuticos que fabricaban aquellos medicamentos decían: "Las patentes son las patentes". Y no permitían que se fabricaran genéricos de aquellos medicamentos, para que fueran más baratos. Lo prohibían, y se quedaban tan anchos. Les era igual, que murieran cerditos, perritos o enanitos. Sobre todo, porque eran pobres.
Esta es la asquerosa y verdadera historia, y lo demás todo son pamplinas y mentiras.