Contenta y agradecida, la abuelita se comió el pastel hecho con harina de trigo sarraceno, harina de centeno, leche de cabra, azúcar moreno, mantequilla, canela, pasas, levadura natural y rayaduras de limón.
Su sobrinita preferida lo había amasado y horneado con mucho cariño, para darle una alegría a su abuelita.
La abuelita se lo comió y, luego, en seguida, se murió. A causa del veneno que su sobrinita había puesto en el pastel.
Resulta que la sobrinita estaba ya muy cansada de la abuelita, porque la abuelita al parecer no tenía ninguna intención de morirse. Con los años que tenía, y la muy pesada todavía seguía con ganas de vivir. De modo que la sobrinita decidió darle un cariñoso empujoncito, a su querida abuelita.
Pobre sobrinita... Estaba muy cansada de vivir en habitaciones alquiladas. Necesitaba, ya, la casa de la abuelita. ¡Claro que sí!