- Araceli, hermana, últimamente te estás volviendo bastante desvergonzada, pareces un tábano.
- Venga, Paulina, no seas tan seria, anda, ponte otro chorrito de coñac en el café. A ver... si a nuestra edad no podemos permitirnos, de vez en cuando, ser un poco impertinentes y deslenguadas, menudo aburrimiento. Y si luego resulta que a alguien le pica, pues mira, ¡que se tome un antihistamínico!
Como cada martes, las abuelas Paulina y Araceli desayunan juntas en el bar. Y luego regresan a sus casas, a sus cosas, contentas las dos tras haber compartido juntas el desayuno, en ocasiones salpicado con un poco de pimienta.