Los aviones han bombardeado la ciudad con toneladas de bombas explosivas e incendiarias, luego los tanques han arrasado lo que quedaba en pie, y a continuación la infantería ha rematado a balazos a los supervivientes.
Pero se ha producido un terrible error: la ciudad que ha sido arrasada y la población que ha sido exterminada no era la prevista. Una confusión con los mapas ha provocado que el desbastador ataque se dirigiera precisamente contra la ciudad en la que estaban ubicadas las principales fábricas de armas y municiones del propio país.
De modo que, las armas y municiones, se han utilizado para exterminar a los fabricantes de estas mismas armas y municiones. A ellos y a sus familias. Y de paso, a toda la población de la ciudad.
Naturalmente, el Sindicato Nacional de Trabajadores de Armamentos y Explosivos se ha quejado. Y el Presidente del Gobierno se ha apresurado a disculparse, y ha prometido que no volvería a suceder lo que había sucedido. Ha asegurado que se tomarán todas las medidas para que, los trabajadores de la industria armamentística, no vuelvan a ser asesinados con las armas y municiones que ellos mismos fabrican.