-¡Mamá, me ha picado una avispa!
Y la mamá de Juanito le cura la picada de avispa.
-¡Mamá, me ha picado una abeja!
Y la mamá le cura la picada.
-¡Mamá, me ha picado un mosquito!
Y la mamá le cura la picada.
-¡Mamá, me ha picado una araña!
Y la mamá le cura la picada.
-¡Mamá, me ha picado un tábano!
Y la mamá le cura la picada.
Y así, de vez en cuando, hasta el día en que Juanito cumple dieciocho años. Entonces, la mamá le dice:
-Juanito, ya eres mayor de edad, de modo que, a partir de ahora, a ver si te espabilas. Si te pican y luego te pica la picada, pues te rascas. Y si no quieres rascarte tanto, procura que te piquen menos. Tú mismo.
Juanito se queda con la boca abierta, desconcertado, mudo.
Y la mamá, decidida, se da media vuelta y, silbando la marsellesa, se va a la chocolatería, a tomarse un chocolate con churros.