- A ver, yo desearía el derecho a ser millonario, ¿lo tienen?
- Pues claro, mire, ya se lo puede llevar. ¿Quiere que se lo envuelva?
- No hace falta, pero una pregunta: ¿Se me va a respetar? ¿Seré millonario?
- Verá, este ya es otro tema. Aquí repartimos derechos, según los deseos de cada cual, para que todo el mundo esté contento. Por ejemplo, el otro día vino una señora bajita y gorda y nos pidió el derecho a ser alta y esbelta, y naturalmente se lo dimos, faltaría más. Vienen muchas personas, como esta señora, personas que quieren ser distintas de como son. O que, por ejemplo, no quieren estar enfermas, y quieren el derecho a no estarlo. Y se lo damos, el derecho a no estar enfermas. Claro que se lo damos. Y además, sepa usted que todos los derechos los damos gratis y sin condiciones, todos. Nos gusta repartir ilusiones, hacer felices a las personas.
Pero claro, con relación a lo que me pregunta, garantizar que estos derechos vayan a ser respetados, esto ya es otra cosa, esto depende de otro negociado. Le voy a hacer una confidencia: por lo que me han dicho, allí se ve que están muy atareados, desbordados por montones de reclamaciones. Verá, en ocasiones resulta que alguien quiere, por ejemplo, el derecho a ser un conejo, y nosotros, aquí, se lo damos: toma, ya tienes tu derecho a ser un conejo. Pero claro, luego, ser de verdad un conejo es más complicado, ¿me entiende?
Nosotros lo que hacemos es satisfacer los deseos de tener unos u otros derechos, porque todo el mundo tiene derecho a tener derechos. Nuestro trabajo consiste en esto, en que el derecho a tener derechos sea respetado, por esto repartimos todos los que nos piden: derecho que se nos pide, derecho que damos. De hecho, aquí tenemos barra libre.
¿A usted le interesa algún otro derecho? Pida, pida, el que quiera...