Fulgencio López, director de la Oficina de Reparto de Derechos (ORD), explica así el trabajo que realizan en la oficina: Pues verá, en la ORD nos piden derechos de todo tipo. Por ejemplo, viene alguien y nos pide derechos de colores, y le preguntamos: "¿De que color los quiere, verdes, azules amarillos, rojos...?" A veces nos dicen: "Pues mire, ya puestos, de todos los colores". Y se los damos, de todos los colores del arco iris. Y si también quieren los de las franjas lumínicas no visibles para el ojo humano, como los infrarrojos, o los ultravioletas, pues igual, también se los damos. Últimamente hay un tipo de derechos que nos solicitan mucho, y la verdad es que nos ha pillado un poco por sorpresa, no estábamos acostumbrados a este tipo de peticiones. Por ejemplo, el derecho a tener una vagina y un clítoris en lugar de un pene. Y nos lo piden igual que otra persona nos pide, por ejemplo, el derecho a no tener reflujos estomacales, o a no tirarse pedos, o a hablar con su tatarabuelo, el que murió sifilítico en la guerra de Cuba. Como no hacemos distinciones, todos los derechos que nos piden los servimos. Porque el derecho a tener derechos es un derecho constitucional, fundamental, sagrado. Hay gente que viene con listas muy largas, larguísimas, tanto que, en ocasiones vienen con una furgoneta, para poderselos llevár todos. Si vienen en transporte público és peor, porque si se los llevan en bolsas, a lo mejor pierden alguna bolsa por el camino. Pero no pasa nada, si los pierden: si nos piden un duplicado, se lo damos, sin problemas. Antes era más fácil, más tranquilo, nuestro trabajo. Pero ahora a menudo nos llevamos sorpresas, porque siempre hay alguien con suficiente inventiva para inventarse un nuevo derecho. En ocasiones inverosímil. Menuda cabeza tienen, algunas personas... Pero claro, una vez inventado un nuevo derecho, nuestra obligación es tenerlo en el almacen. Por si alguien viene y nos lo pide Hay quien lo quiere todo de forma inmediata. Viene uno a que registremos un nuevo derecho, y ya quiere llevárselo el mismo día: "Anda, Manolo, otra vez por aquí, ¿qué derecho te has inventado hoy? ¿Este? Pues ala, ya te lo puedes llevar, ya ves, recién salido del horno". Es bonito, nuestro trabajo, poder repartir todos los derechos que nos piden, sin discriminar invenciones, porque si son invenciones humanes, todas son respetables, ¿verdad? A ver, otra cosa sería que fueran invenciones de lagartijas, o de saltamontes, este ya seria otro tema. Aquí solo nos ocupamos de los derechos de los seres humanos. O de sus mascotas, claro, porque actualmente ya están casi todas lo suficiente humanizadas.