Ciruelos en flor.
Campos de trigo y amapolas.
Vuelos de vencejos, olor a tomillo y retama.
Ante la exuberancia de la primavera,
el poeta, emocionado,
escribe su oda.
Mientras, el amo explota,
los trabajadores cobran miserias,
sus familias pasan hambre.
Si protestan, es peor:
vienen los gendarmes y detienen.
Y en los calabozos, en ocasiones torturan.
El poeta, de espaldas,
con tapones de cera en las orejas, dice:
-Yo no me meto en política.
(y el amo y el comisario sonríen)
El río sigue su curso,
las aguas teñidas de humillación,
llenas de dolor y miseria.